El presente resumen expone algunas posturas acerca del federalismo como principio organizador del poder, y de la descentralización como proceso que lo sustenta. Para ello se cumple el siguiente orden de exposición.
Introducción
1) El problema de los países desarrollados y subdesarrollados a la hora de adecuar sus sistemas a los nuevos requerimientos de democracia y de descentralización del poder político.
2) El análisis de los conceptos de federalismo, su función y algunas experiencias vigentes, como los llamados federalismos intraestatal e interestatal, federalismo cooperativo y dual (los casos de Canadá y Estados Unidos, y a los de Bélgica, Suiza y Alemania).
3) Las experiencias descentralizadoras en Italia y Francia, así como los casos de autonomías y regionalización, destacando sus potencialidades y ventajas.
4) Diferencias entre el federalismo y unitarismo de los países latinoamericanos, señalando las más importantes en relación a las formas que implementaron sus procesos descentralizadores.
5) El caso mexicano se aborda con particular interés, atendiendo los aspectos más relevantes del debate actual (demandas de más y mejores espacios de democracia, y una mejor distribución de recursos, es decir, un mejor sistema de participaciones fiscales).
6) Argumentación en favor de una mayor autonomía de los municipios, como una instancia de gobierno que debe ser el depositario y beneficiario de todos los esfuerzos federalizadores y descentralizadores.
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Conclusión
El tema del federalismo como principio organizativo y de la descentralización política es un fantasma que recorre el mundo, y junto con los reclamos de democracia y participación política de individuos, colectividades, pueblos y naciones: Se ha convertido en un paradigma con el que todo el mundo está de acuerdo, pero pocos se comprometen con él.
En Europa oriental y medio oriental se ha asumido el federalismo como una vía para evitar el colapso total de sus sistemas políticos. En Europa occidental las experiencias son importantes, pero todavía insuficientes para lograr la convivencia de amplios sectores de la población.
El federalismo alemán, con todo su potencial, tiene problemas por la excesiva interdependencia entre los niveles de gobierno, pero no deja de ser importante el autogobierno municipal vigente, del cual debiera aprender el municipalismo mexicano.
El federalismo norteamericano, del cual el mexicano ha tomado mucho de su esencia, atraviesa por dificultades que derivan de la construcción del estado social y de bienestar, lo que implica la formación central de políticas públicas sin tomar en cuenta las entidades de la unión. El caso de Canadá es similar, aunque ahí la existencia de dos culturas que poco comparten en común, favorece la existencia de un federalismo que tiene visos de confederal.
Y dado que nada está definitivamente escrito, y los acontecimientos mundiales empujan en dirección de entidades descentralizadas y federalistas, incluso en estados unitarios, es hora de pensar y actuar en la construcción de un nuevo pacto federal: aquel que sea capaz de democratizar políticamente al país, que reparta y difunda los poderes a lo largo y ancho del territorio nacional para llegar hasta los municipios y sus delimitaciones menores; de democratizar económicamente, esto es, que reparta los ingresos de una manera más equitativa y justa; que atienda a las regiones más necesitadas mediante una política solidaria y que, finalmente, recupere y fortalezca la tradición democrática de los pueblos, sus tradiciones culturales y sus formas de gobierno; es decir, un pacto federal que democratice la vida social y cultural de los gobiernos municipales por que aquel federalismo que no se ayunta con la democracia, no puede llevar a cabo el sueño del autogobierno.
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El tema del federalismo como principio organizativo y de la descentralización política es un fantasma que recorre el mundo…
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