En 1859, en un levantamiento generalizado de todas las agrupaciones mapuche, el Gobierno chileno resolvió poner fin de una vez por todas al conflicto fronterizo a través de un plan que consideraba la ocupación paulatina del territorio araucano.
Desde la década de 1840, la penetración de colonos chilenos al sur del Bío-Bío se hizo más fuerte, en coincidencia con la apertura de nuevos mercados para la producción triguera gracias al desarrollo de la minería en el norte chico y, posteriormente, en California y Australia.
La presión sobre las tierras se hizo sentir en la venta de numerosas tierras indígenas entre el Bío-Bío y el Malleco, muchas veces fraudulenta, lo que causó fuertes tensiones con las agrupaciones mapuche, en especial con los wenteche o arribanos, que tradicionalmente se habían opuesto a cualquier arreglo con los gobiernos republicanos.
Liderados por Manguin Huenu, se plegaron en 1851 y 1859 a los revolucionarios de Concepción, intentando forjar alianzas con sectores opositores al gobierno y aprovechando la oportunidad para arrasar con los asentamientos chilenos al sur del Bío-Bío.
Cuando esto ocurrió, en 1859, en un levantamiento generalizado de todas las agrupaciones mapuche, el Gobierno chileno resolvió poner fin de una vez por todas al conflicto fronterizo a través de un plan que consideraba la ocupación paulatina del territorio araucano.
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