¿De qué nos salvamos?

Por Maximiliano Hernández

En las últimas elecciones presidenciales en Chile, existieron dos candidatos con una competencia casi sin precedentes, un independiente respaldado por un partido político y un empresario que postulaba por segunda vez al sillón presidencial.

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El resultado muchos lo saben, pero pocos aún recuerdan como se hizo para volver al poder, con campañas de miedo hacia su contrincante en las redes sociales y dejándolo en ridículo en muchas indirectas en los medios de comunicación, sin mencionar la consigna del Chilezuela y el retorno del allendismo causado por la ola de gobiernos similares como Honduras y la misma Venezuela.

El día de los resultados los simpatizantes del actual mandatario señalaron a gritos “Chile se salvó!” , dos años después el pueblo perdió la paciencia de una forma no vista desde antes de 1990, por causas que el ciudadano común entiende, muchos políticos, servidores de la nación y varios empresarios con comentarios hirientes y menospreciando a quienes deben servir.

No tan sólo en este gobierno, desde el retorno de la democracia se había realizado, sin embargo la prensa hizo lo posible para que fueran simples frases de bronces y humorada política, pero esos ‘chistes’ se volvieron más seguidos y hasta sin disimular su nulo interés hacia la sociedad.

El último fue realizado por la causante de la nueva huelga de la chaucha’, que señalaron “despierte temprano y llegué tarde a la casa para que el viaje no le salga caro”, como si con eso ahorrará de verdad ante una creciente crisis económica por parte de los que reciben el mínimo o un poco más de ello, el resto, lo estamos viendo en vivo.

Pero este problema no es tan solo en la capital, en las regiones también están manifestando el descontento del mismo ninguneo, los puertos por la preferencia de presas grandes para conseguir más cuota de mercado, en los campos los pequeños agricultores tienen que robarse entre ellos el agua para sobrevivir no tan solo sus productos, sino que para ellos mismos, el norte como son cada vez más olvidados y lo mismo que en el sur, los pueblos originarios cada vez están por decidir si someterse al mestizaje y perder su identidad o luchar por sus principios, la isla de Pascua está revaluando si está participación con el continente fue la opción correcta y el trabajador promedio teme ver cómo lo que junta no dará abasto ni siquiera con ayuda complementaria.

Si pudiera estar cara a cara con su excelencia, mis preguntas serían ¿De qué nos salvamos?¿Qué nos puede asegurar que su competencia haría algo peor?¿Por qué no se asesoro bien consultando con algún trabajador del palacio, de sus antiguas corporaciones el cual tenía participación directa como indirecta?

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