
El Estado de Santiago es quizás la piedra angular de cualquier esfuerzo descentralizador.
La actual Región Metropolitana concentra la mayor cantidad de población del país (más de 7 millones de habitantes), no obstante ser una de las regiones más pequeñas en superficie.
Esta región ha alcanzado un desarrollo económico, político, administrativo y humano notable, que contrasta con el de otras regiones, a pesar del potencial que estas puedan tener. Esto ha provocado un desequilibrio, particularmente en la toma de decisiones que generalmente se enfocan en Santiago en desmedro de otras regiones. Es vista, de hecho, como la gran piedra de tope para un desarrollo equitativo a nivel nacional.
Por otro lado, el eventual desarrollo que podrían alcanzar otras regiones como resultado de su cambio de estatus (de región a Estado Autónomo), plantea un desafío para Santiago que se vería en la necesidad de diversificar aún más su actividad económica de acuerdo con sus propios recursos naturales y humanos.
En síntesis, si hay una región que reúne las condiciones necesarias para actuar con una autonomía en materia política y económica sin temor a naufragar en el intento, esta es la Región Metropolitana.
Por Cristián Aguayo, Vocero de Santiago