Punto muerto


Érase una vez en 1993, hace 30 años, se reunían en Washington Yitzhak Rabin, Yasser Arafat
y Bill Clinton, representando a Israel, Palestina y EEUU como veedor, para firmar y sellar las
negociaciones llevadas en Oslo.
Ya transcurrían 46 años desde la creación del Estado de Israel, cuatro guerras mayores y un
estado de conflicto permanente. Bien que el acuerdo era mayormente ventajoso para Israel
(conservaba el control de fronteras, circulación interna, espacio aéreo y Jerusalén) daba pie
para la creación de una verdadera Autoridad Palestina y propone un hoja de ruta que
permitiese resolver el conflicto via acuerdos, sin vía violenta, y una posibilidad de desarrollo
para la nación palestina.
El mundo respiraba por fin. Evidentemente, Oslo no era perfecto, pero era perfectible, y daba
margen a ambas partes para avanzar a algo. Había críticas, había puntos vacíos, había temas
a resolver. Pero había algo después de 46 años de guerra.
De un lado tenemos a un dirigente israeli laico, progresista ligado a la socialdemocracia. Por el
otro, a un dirigente palestino laico, ligado a las izquierdas. Sin obviar el evidente background
religioso de ambos estados, la solución era política y centrada en aspectos prácticos.
Treinta años después, el acuerdo, moribundo, llega a un punto muerto.
Rabin es asesinado en 1995. El autor: otro israeli, fanatico religioso asociado a la ultraderecha.
Al igual que el dirigente egipcio Al-Sadat en 1981, Rabin paga caro su compromiso por la paz.
Y como resulta en las paradojas del mundo, los grandes beneficiados del asesinato seria la
extrema derecha cada vez mas radicalizada y cada vez mas religiosa, quienes a través del
partido Likud han logrado manejar los hilos de la politica de Israel desde entonces, cada vez en
un tono mas fanatico y radical.
Accion y reaccion, hoy no es la moribunda OLP, corrupta y desprestigiada, olvidada en
Ramallah, quien se opone a Israel, sino que, y no faltaba más, un grupo terrorista fanatico,
antidemocrático que se ha tomado Gaza y la agenda palestina: Hamas. Y secundado por
grupos aún más fanáticos y aún más terroristas que esperan también su oportunidad, ligados a
la Yihad…
No por nada, Benjamin Netanyahu – “Bibi” en la jerga israeli – se opuso desde el principio a
Oslo, ha declarado a repetición que no cree en la solución de dos estados (posición respaldada
por la aplastante mayoría internacional: los países existen porque son reconocidos por el
resto…), continúa la política de asentamientos en Cisjordania (ilegales según el derecho
internacional), es contrario al retorno de los refugiados palestinos a sus tierras, hace caso
omiso a las decenas de resoluciones que lo obligan a aceptar las resoluciones del Consejo de
Seguridad (obligatorio para estar en la ONU, si no, que haces ahi), y ahora exige al mismo

consejo condenar a Hamas… Y él mismo hace años declaró que “es mejor apoyar a Hamas
que a la OLP”, para alcanzar los “objetivos…”
Y voilà, tenemos a un gobierno que lee mensajes políticos en la Torah, por un lado, y un grupo
terrorista con aires de “gobierno” leyendo mensajes en el Corán, por el otro. Absolutamente
inverso a 1993. Mahmmoud Abbas, signatario en 1993, duerme corrompido en su palacio en
Ramallah… Dos visiones nihilistas que niegan al otro, los deshumanizan y prefieren la muerte
por sobre la negociación.
Quién pagará la fiestecita de Hamas? El pueblo palestino, nadie mas. Quién pagará la orgía de
sangre que pretende Netanyahu? Su propio pueblo a la larga, tras la masacre que se viene
sobre los habitantes de Gaza, quien más. Ningún país es viable a largo plazo a punta de
guerras, sobre todo si solo te apoya un país. Pero bueno, para ganar elecciones parece
excelente. Y Netanyahu deberá explicar algun dia como fallaron sus servicios secretos, o como
han denunciado algunos, porque hizo caso omiso a las alertas.
Ninguna ideología, ninguna opción política, ningún pensamiento religioso o filosófico puede
justificar la masacre de civiles, hombres, mujeres, niños, bebés… Por Israel vamos en los
1300+ y por Gaza los 1900+ en menos de una semana… “La muerte de un hombre es una
tragedia, la de un millón, una estadística” diria con sarcasmo macabro un tal Stalin…
Ya no vale nada la teoría del empate, decir que el otro es el culpable, o el otro es más culpable.
es la humanidad entera que observa perpleja, en directo y vía satélite, su propio fracaso. Y con
el portaaviones Gerald Ford por un lado, Hezbollah por otro, Irán un poco más lejos, los
Saudíes y un cuanto hay de grupúsculos cada uno mas fanatico que el otro, no tenemos una
receta para la paz ni la concordia en el corto plazo. Ni mucho menos con israelíes
compartiendo en redes videos de burla ante la falta de agua y electricidad en Gaza, riéndose
de la tragedia, como si acaso alguien tuviese la vida comprada o estuviese vacunado contra la
muerte.
Es de esperar que tras el horror, y cuando la nube de polvo de la guerra decaiga, y los instintos
animales de odio y venganza ya no tengan fuerza, por fin, por un momento, los verdaderos, los
que reflexionan, los que buscan la paz, puedan por fin tomar el relevo.

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