#CEPAL: Perspectivas y desafíos para 2016

En 2016, la región enfrentará diversos escenarios y riesgos de la economía mundial, que sin duda condicionarán el desenvolvimiento de la actividad económica. Las proyecciones del crecimiento mundial para los próximos años muestran bajas tasas de expansión, apoyadas por la lenta, pero sostenida, recuperación de las economías desarrolladas.

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Sin embargo, aún persisten serios riesgos que podrían poner en duda esta trayectoria. Más allá de las dificultades en la zona del euro, cabe destacar las crecientes incertidumbres en las proyecciones sobre el desempeño futuro de China y, en general, de las economías emergentes. En el caso de China, los escenarios más probables apuntan a que continúe la desaceleración de la economía y en las visiones optimistas se prevé un crecimiento cercano al 6,4% en 2016. La dinámica de las economías emergentes nubla el panorama sobre el desempeño futuro de la demanda agregada externa que enfrentarán los países de América Latina y el Caribe. A las incertidumbres sobre la expansión de la economía mundial, se debe sumar el bajo crecimiento del comercio mundial, que ya en 2015 fue del 1,5%, la tasa más baja registrada después de la crisis financiera internacional del período 2008-2009. Para 2016, se espera que el volumen del comercio mundial crezca a tasas cercanas al 2,5%, aún por debajo del crecimiento mundial. Las repercusiones del lento crecimiento de la demanda agregada mundial, así como los condicionantes desde el lado de la oferta, anticipan que no cabe esperar una recuperación de los precios de las materias primas, de modo que es previsible que estos se mantengan en torno a los valores registrados a finales de 2015. En este contexto, se espera que en 2016 la variación de los términos de intercambio sea nuevamente negativa para América Latina y el Caribe en su conjunto, aunque el deterioro sería de menor magnitud que en 2015. En el ámbito de los mercados financieros, se espera que durante 2016 se tornen más complejas las condiciones observadas en 2015, período en que las economías emergentes se vieron afectadas por una menor disponibilidad de flujos financieros, debido a la incertidumbre y la volatilidad que prevalecieron, en mayor o menor medida, durante todo el año, junto con una menor liquidez global y un gradual aumento del costo de los recursos financieros en los mercados internacionales. En este contexto, no cabe esperar un repunte de los flujos de financiamiento disponibles para los mercados emergentes, que ya en 2015 cayeron respecto a 2014. Las turbulencias de los mercados financieros internacionales se relacionan con los efectos de la eventual normalización de la política monetaria de los Estados Unidos y la tendencia al fortalecimiento del dólar. Tal como se ha observado en años anteriores, la evolución de la economía mundial sigue teniendo efectos muy diferenciados en los distintos países y subregiones de América Latina y el Caribe, lo que contribuye a acentuar las diferencias subregionales en función de la orientación productiva y comercial de las economías. En un contexto externo complejo y sujeto a diversos riesgos, para 2016 se espera que la economía de la región —a diferencia de lo ocurrido en 2015, cuando mostró una contracción del 0,4%— presente un leve crecimiento positivo, del 0,2%. Se estima que Centroamérica, incluidos el Caribe de habla hispana y Haití, crecerá en 2016 en torno al 4,3%. Si se incluye a México, cuyo crecimiento esperado es del 2,6%, el promedio llega al 3,0%. Para América del Sur, se espera en 2016 un crecimiento negativo, del -0,8%, explicado fundamentalmente por las contracciones en el Brasil (-2,0%) y en la República Bolivariana de Venezuela (-7,0%), en tanto que la economía del Caribe de habla inglesa crecerá a una tasa del 1,6%. En 2015, la demanda interna mostró una significativa desaceleración, en especial el consumo privado y la inversión, situación que probablemente se mantenga durante 2016, acarreando importantes riesgos sobre la capacidad de crecer en el futuro. Dinamizar el crecimiento económico de la región plantea amplios desafíos para los países. Junto con revertir el ciclo contractivo de la inversión, que se viene produciendo desde 2014, los países deben ser capaces de aumentar su productividad, que también se ha visto fuertemente rezagada en comparación con la de otras regiones y países desarrollados. La capacidad de mejora de la productividad se ha visto mermada no solo por la caída de la inversión, sino también por el debilitamiento de los sectores industriales y manufactureros de la región durante los últimos años. Este debilitamiento ha estado acompañado por un creciente deterioro de los mercados laborales, en los que se observa un gradual aumento de la ocupación en sectores informales y de baja productividad. En un contexto de bajo crecimiento, la región debe, además, defender los avances sociales logrados en los últimos años. En un marco de menores ingresos fiscales, que han redundando en un proceso de consolidación de las cuentas públicas, se torna aún más indispensable avanzar en reglas fiscales que prioricen los gastos de capital. Como ya lo ha planteado la CEPAL, el diseño de esquemas anticíclicos eficientes de protección de la inversión es sumamente importante para enfrentar la volatilidad macroeconómica de la región. Para minimizar los costos de ajuste e impulsar las expectativas de crecimiento potencial y de estabilidad futura, los esquemas que complementan las políticas anticíclicas con la protección (y el estímulo) de las inversiones en la fase baja del ciclo pueden ser mucho más efectivos que las reglas fiscales basadas solamente en metas de gasto o déficit.

Link: http://goo.gl/vwcVjq

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